Deseamos que todos nuestros alumnos/as
y sus familias puedan tener un merecido descanso en este Receso Invernal luego
de haber trabajado y estudiado con dedicación y esmero en esta primera parte
del ciclo escolar en condiciones diferentes, inéditas y marcadas por la
pandemia.
A todos agradecerles en este especial
tiempo que nos está tocando vivir el esfuerzo cotidiano.
Les dejamos como recuerdo un breve
cuento de Jorge Luis Borges y ojalá todos podamos rememorar esto como un
secuestro temporal y un reencuentro con lo amado...
EL CAUTIVO
Por Jorge Luis Borges
En Junín o en
Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después de un malón; se
dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron inútilmente; al
cabo de los años, un soldado que venía de tierra adentro les habló de un indio
de ojos celestes que bien podía ser su hijo. Dieron al fin con él (la crónica
ha perdido las circunstancias y no quiero inventar lo que no sé) y creyeron
reconocerlo. El hombre, trabajado por el desierto y por la vida bárbara, ya no
sabía oír las palabras de la lengua natal, pero se dejó conducir, indiferente y
dócil, hasta la casa.
Ahí se detuvo, tal
vez porque los otros se detuvieron. Miró la puerta, como sin entenderla. De
pronto bajó la cabeza, gritó, atravesó corriendo el zaguán y los dos largos
patios y se metió en la cocina. Sin vacilar, hundió el brazo en la ennegrecida
campana y sacó el cuchillito de mango de asta que había escondido ahí, cuando
chico. Los ojos le brillaron de alegría y los padres lloraron porque habían
encontrado al hijo.
Acaso a este recuerdo
siguieron otros, pero el indio no podía vivir entre paredes y un día fue a
buscar su desierto. Yo querría saber qué sintió en aquel instante de vértigo en
que el pasado y el presente se confundieron; yo querría saber si el hijo
perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a reconocer, siquiera
como una criatura o un perro, los padres y la casa.